En esta pieza el
autor francés pone el acento en la construcción y arbitrariedad de los roles de
poder. Pero no en un círculo íntimo y vincular como lo demostró por ejemplo en
su obra más conocida, “Las Criadas”, sino en una estructura mucho mayor: a
nivel social.
Para ello se
vale de un burdel, una casa de ilusiones, donde las fantasías y deseos, se
satisfacen a través de representaciones. Allí, los clientes solicitan ser y/o
cumplir en las sesiones un rol social de importancia. Dicha importancia, se
encuentra cristalizada en un rol donde se ejerce el poder, es así como un
obispo, juez y general, representantes de las instituciones que conforman un
régimen, serán las figuras que veremos construirse.
Si para Genet el
teatro siempre es un ritual, donde lo real y ficticio se encuentran difusos, es
en esta producción se pueden ver ampliados y diversificados sus
procedimientos. El material desarrolla,
al menos tres tesis:
La primera,
vinculada al deseo de representar roles de poder, es decir, al burdel asisten
personas “comunes” y “anónimas”, cuyas vidas pasan a nivel social
desapercibidas, pero que cobran relevancia, solo por unas horas claro está, al
constituirse en figuras reconocibles y con poder. Es aquí donde se criticará de
una forma ácida y contundente el ejercicio del mismo. Si tomamos por ejemplo al
personaje de El Juez, se podrá observar como el ejercicio de la justicia no
deja de ser un capricho establecido, aplicado por una serie de
convenciones, procedimientos y
fundamentaciones que no dejan de ser arbitrarios y guiados por una falsa moral.
La segunda tesis
que se despliega plantea la necesidad que tiene un grupo o comunidad de construir
una figura que la lidere e identifique. Esto se desarrolla en la obra a través de
la rebelión que hace peligrar al régimen establecido y en un plano más pequeño,
hace peligrar al propio burdel. Es Chantal, una antigua meretriz del prostíbulo,
quien será convertida en líder y más tarde, mártir de los rebeldes. Aquí, se
cuestiona la necesidad primaria y ancestral de identificación con una figura
popular que luego será convertida en mito.
La tercera y
última tesis, pone de manifiesto que para la construcción del poder no basta el
deseo personal, (primera tesis), o la necesidad de terceros, (segunda tesis),
sino que es fundamental una mirada externa que la reconozca y le confiera
entidad. Es por ello, que el personaje El Jefe de Policía se encuentra
obsesionado con que su imagen forme parte de las representaciones que se realizan
dentro del burdel. El ejercicio de sus funciones, sin esto último, lo colocan
en un lugar incompleto.
Es así como, las
figuras de El Obispo, El Juez, El General, La
Reina, El Héroe (Jefe de Policía) y Chantal (que luego será
derribada por un disparo), asomadas al balcón del burdel, dan cuenta de la
solidez del régimen y la sofocación de la rebelión. Es en este cuadro que
funciona como síntesis y paradigma de todo el material, donde se cruzan las
tres tesis.
Como se mencionó
anteriormente, los límites entre la ficción y lo real siempre se encuentran
difusos, de esta manera la obra se secuencia en una serie infinita de
representaciones, donde el concepto de verdad aparece siempre en cuestionado. Si
todos representan diferentes papeles… ¿la rebelión es tan exitosa como se cree?,
¿la reina es derrocada y su palacio destruido? ¿Las figuras en el balcón aseguran
la continuidad del régimen? o ¿facilitan la apertura de uno nuevo?... nada es
seguro, pero sí todo es posible. Por tal
motivo, los espejos de Genet, donde las imágenes no reflejan la realidad, se
multiplican siempre de una forma laberíntica, hasta el infinito.