martes, 14 de agosto de 2012

Acerca de nuestra puesta de El Balcón

Concepción general

Partimos de la base de que este material no puede ser encasillado dentro de una poética o género único, sería un error considerarlo estrictamente un drama, ya que sus procedimientos lo desbordan como tal. Por consiguiente debemos considerarlo un “híbrido”, donde se conjugan el drama, el absurdo, el humor y el melodrama. Esta combinación de géneros se encuentra sostenida por una serie de procedimientos que generan diversos universos ficcionales, que nacen y se cierran  permanentemente. Por consiguiente, estamos fuera del campo del realismo. Debido a lo expuesto, necesitábamos de un estilo que facilitara los diferentes juegos de representaciones y a la vez produjera todos los distanciamientos necesarios.  Ese estilo es el expresionismo, con su degradación y sus formas consideradas  “exageradas”.


Actuación

Si como se dijo, no es el realismo el espacio que configura y que contiene al material, la actuación se apoyará en el expresionismo, es decir, cada personaje  poseerá una serie de acciones y gestos ampliados que lo identificará y encuadrará dentro de ese universo.  Las expresiones y gestualidades constituyen un punto fundamental en la elaboración actoral. Cabe destacar que se romperá con la cuarta pared, interpelando a los espectadores, se generarán además una serie de apartes y de distanciamientos que estructurarán a cada microcosmos ficcional. Es decir, los actores crearán una secuencia ficcional, donde se distanciarán de ella para pasar a la siguiente.
Se puso especial énfasis también en lo difuso de los vínculos y en no regular y encuadrar a las relaciones que se generan entre los personajes. Es así como por ejemplo la relación que mantienen Irma y Carmen, atraviesan diferentes instancias: de jefa y empleada en el sentido más estricto, de complicidad y desconfianza, de dominación y necesidad, de seducción, etc.

Escenografía


Si bien el autor plantea un sistema escenográfico amplio y específico, nos parecía conveniente alejarnos de esta propuesta para otorgarle mayor flexibilidad a la puesta.  Utilizamos cuatro practicables de madera que poseen diferentes compartimentos donde los actores pueden guardar y quitar accesorios y parte del vestuario. Utilizamos también un espejo, cuyos vidrios se encuentran fragmentados, para que la imagen que devuelva sea irregular e imprecisa. Todo esto dentro de la estética expresionista, es decir, con una configuración geométrica y angulosa. Dichos elementos serán desplazados por los actores ordenando y dividiendo el espacio escénico de acuerdo a las diferentes instancias que se presentan dentro y  fuera del burdel.
Los actores se subirán, sentarán y pararán en los practicables, aumentando las posibilidades de expresión y generando diferentes niveles. Para brindar algunos ejemplos de su uso, tomemos por caso, el cuadro décimo cuarto donde los cuatro practicables unidos emularán al balcón de la casa de citas, sobre ellos se asomarán a la multitud (en este caso considerado el público que asista al espectáculo) los personajes constituidos ahora en figuras de poder. En el segundo cuadro se emplazarán para construir la sala de un tribunal donde el personaje de El Juez interrogará a La Ladrona.
La historia transcurre en dos espacios específicos, el primero los salones del burdel y el segundo, las afueras del mismo, es decir, la calle, donde se desarrolla la rebelión. Para este segundo espacio sumamos bolsas de arpillera rellenas de telgopor que simulan ser barricadas que rodean la ciudad.

Vestuario

 
Se buscó que el mismo no fuera una de espectacularidad tal que alejara la propuesta de artificialidad y degradación que presenta el material. Recordamos que es el burdel el que provee el vestuario y accesorios para que se desarrollen las sesiones. De esta forma el traje de El  Juez, El Obispo y El General, no son más que atavíos que posee la casa y que los clientes usan. Para estos casos fue conveniente alejarse también del realismo, buscando la exageración de los mismos. Si tomamos como ejemplo el personaje de El General, sus borceguíes y su saco superan ampliamente la estructura corporal del actor que lo interpreta, posee una cantidad excesiva de condecoraciones y su sable no es más que uno de cotillón.
Todos los vestuarios, a excepción del que posee el personaje de El Obispo y de pequeños detalles que posee el personaje Mujer Caballo, se encuentran dentro de la gama de colores opacos, marrones y claroscuros.  

Iluminación


La iluminación se encuentra alineada a la idea de artificialidad que, como dijimos, presenta el material. En muchos momentos utilizamos iluminarias sin gelatinas, bañando el espacio o generando recortes muy puntuales. Las mismas también configuran imágenes o figuras sobre el escenario. Podemos citar como ejemplo, el cuadro sexto  en el que se encuentran Irma y El Jefe de Policía, donde se dibuja sobre el escenario una cruz. Los colores cálidos y fríos son aportados por una serie de 6 leds ubicados, especialmente para este espectáculo,  como contraluces muy visibles para el espectador. Los mismos también bañan toda la escena, funcionan de forma independiente o se combinan con las iluminarias sin gelatinas.

Música


La música es una parte fundamental de la obra, compuesta especialmente, quisimos que la misma generara variados climas: de intensidad, presión, oscuridad y también de ritmo. Se enmarca dentro de lo orquestal, donde predomina el uso de cuerdas, aportando potencia a cada una de las situaciones.

Maquillaje

El mismo se encuentra fuera del realismo. Todos los personajes poseen una base de color blanco, donde se marcan de forma muy tenue, el contorno de ojos con sombra negra. Para el caso de los personajes de El Obispo, El Juez y El General, se intensificó el sombreado de ojos y se remarcaron las cejas, aumentando de esta forma la expresión.  No quisimos trabajar con las típicas configuraciones en el rostro de las prostitutas, por tal motivo nos alejamos del rubor, las pestañas postizas, el sombreado de párpados, etc. Todos los personajes femeninos solo poseen los labios pintados, también de una forma muy tenue.
Como dijimos, al encontrarnos dentro de una estética expresionista, los colores son más apagados y lineales.




Daniel Godoy

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